04 Sep Si no eres naranja y CO no estás en nada
Los nuevos patrones económicos demandan genios con capacidad colaborativa
Basar nuestras destrezas económicas en la capacidad de montar empresas de mano de obra barata, solo puede suponer relegarnos a la más baja estructura de la pirámide productiva. A mediano plazo, un suicidio de futuro. Medellín (Colombia) siempre fue una ciudad próspera. Otrora tocada por la riqueza furtiva de los cárteles que creaban fortunas pasajeras, especulación inmobiliaria y fuertes desequilibrios económicos, en un clima marcado por la inseguridad descontrolada y el discurso omnipresente del poder del dinero. Es decir, muy, muy similar a la Guatemala de nuestros días. Hoy Medellín se ha convertido en un ejemplo global de lo que representa invertir en el nuevo paradigma de la co-innovación y la cultura naranja.
El mito de creativo, como de alguien un poco demente, encerrado entre cuatro paredes, esperando que le brote una idea brillante que cambie al mundo, está muy lejos de la realidad. Desde Edison a Jobs, pasando por el matrimonio Curie, casi todos los grandes descubrimientos han sido fruto de la colaboración y no de una única mente creativa. Thomas Edison, más allá de ser un gran inventor, fue un gran generador de patentes, lo que también tiene su mérito, al saber hacer del trabajo de otros, obra de fruto propio (http://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2011/09/04/historia-edison/447652.html ). Algo así pasaba con el genio de Steve Jobs que sabía sacar de sus colaboradores la mayor capacidad creativa a la hora de inventar aparatos increibles. No en vano hizo suya la frase de Picasso que decía: Los buenos artistas copian las ideas, los geniales se las roban. Por eso me gusta el matrimonio Curie (http://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/curie.htm ), esa idea de trabajar en equipo hasta encontrar ese eslabón que nos lleva al nacimiento de una nueva realidad es tan bello como real. Hacer meritorio de un solo individuo, trabajos que de por sí se dan como fruto de una gran colaboración, es un cliché que está a punto de derrumbarse por completo en lo que ha venido a llamarse la Cultura Co.
Carmen Bustos es una de las socias fundadoras de Solusight, una organización radicada en España que se dedica al diseño estratégico de empresas como BBVA, Ikea o Moviestar. Ella es clara: “La cultura Co es pasar del concepto de “Mi idea” al de “Nuestra idea”, es poner las capacidades de todos para resolver un reto” (http://www.yorokobu.es/la-cultura-co-cocrear-colaborar-compartir%E2%80%A6/ ). Todo empezó con el modelo co-working, en donde un grupo de gente se reunía para trabajar en un mismo espacio físico. Así, al mismo tiempo que se ahorraban algo de dinero de alquiler, compartían ideas, esfuerzos y, por qué no, contactos.
Las palabras cocrear, colaborar o compartir empezaron a ser cada día más empleadas en el mundo corporativo. El concepto del diseñador empresarial como generador de prototipos que aporten valor a lo organización tomaba un papel fundamental en el nuevo rol innovador del mercado, pero siempre con la necesidad de intercambio para acelerar los procesos productivos. Y es con ese espíritu con el que nace el proyecto Ruta N en Medellín. Con N de Naranja, que es el color con que se ha venido a designar toda esta tendencia económica que aúna la sociedad de conocimiento, como paradigma de la nueva revolución industrial; con el emprendimiento local, como único modo de competir con la globalización formato Atlántico norte; y la cultura colaborativa. Se trataba de apostar por la creatividad, pero no de una forma aislada, premiando a los esfuerzos individuales en materia de innovación, sino de forma conjunta, aunando los esfuerzos en la creación de algo más grande.
Lo que ha venido a llamarse el distrito de innovación en Medellín es algo espectacular y va mucho más allá de lo que alguien pueda imaginar de un mero concepto co-working. Se trata de una colaboración entre las autoridades locales con las principales empresas de telecomaciones para dar vida a un complejo entramado de áreas urbanas e imponentes infraestructuras ubicadas por toda la ciudad. Conocer el complejo urbanístico alrededor del edificio central de la Ruta N es como descubrir el futuro posible hoy en día, y no en Nueva York, sino en Colombia.
El edificio de Medellín lleva operando algo más de cuatro años. Estratégicamente ubicado en un área muy bien comunicada con el resto de la ciudad, cuenta con un sistema propio de bici-rutas para los que se transportan en este medio. Es amigable con el medio ambiente, el 90 por ciento de sus desechos son reutilizados en el mismo edificio. Su vegetación permite generar un clima más fresco que en el exterior. Las luces se encienden y gradúan automáticamente para mantener siempre la misma luminosidad en relación con fuera. Busca economía basada en el conocimiento, con políticas públicas y estrategias privadas dirigidas en un mismo sentido. 400 empresas pioneras firmaron en el 2014 el Gran Pacto Innovación, fundamentado en la circulación de ideas y capital con unas instituciones fuertes. Hasta 2000 nuevas empresas se suman al pacto, con más de 30 mil personas formadas en el tema innovación. En el edificio se trabajan 450 proyectos relativos a la generación de emprendimientos y se apoya a otro tanto de empresas ya existentes con modelos de renovación. Se han creado 13 programas de educación superior y el programa formativo llamado Horizontes, que alcanza a 7158 estudiantes. Reúne a cientos de ciudadanos y representantes públicos en los festivales, eventos y capacitaciones que realiza constantemente. Ha conseguido cientos de miles de pesos colombianos para la inversión en startups. Los datos se suman sin parar en este par de años de trabajo y han generado toda una transformación de ciudad en un modelo más humano, inteligente y colaborativo.
Medellín ha pasado de ser la ciudad más violenta del mundo a finales del siglo XX, a ser un referente mundial a nivel de innovación y economía del conocimiento. Con una población muy similar a la metrópoli de Guatemala y características de partida similares, por situación sociopolítica y regional, se perfila como un ejemplo a seguir. Eso sí, hace falta que el capital inversor local se deje de centrar en la generación de espacios de consumo, donde sacarnos el bono catorce y el aguinaldo, en un círculo vicioso de exprimir un limón usado, y buscar realmente generación de riqueza, confiando en el mercado interno, la capacidad de innovación local, la creatividad de guatemaltecos talentosos que unidos pueden construir un mañana aquí y ahora.